Vuelan sobre mi cabeza
aves carroñeras
y mis desordenes mentales.
Yo soy mi enemigo.
Me asfixio,
me desmayo,
me derroto en soledad.
Vivo del insomnio,
muero en el deseo.
Vuelan sobre mi cabeza
aves carroñeras
y mis desordenes mentales.
Yo soy mi enemigo.
Me asfixio,
me desmayo,
me derroto en soledad.
Vivo del insomnio,
muero en el deseo.
Me pregunto si puedes escuchar
los pasos ciegos de mi memoria
recorrer el largo camino de tu piel
y como mi memoria clava sus piernas
en lo hondo de tu alma
mientras apagas la tímida luz de tu habitación.
Dime si tu respiración
se detiene en cada latido
que mi corazón dice tu nombre.
Cuéntame si los segundos perdidos
han marcado el camino del olvido.
Sentirás mi impaciencia y ansiedad en el viento
al moverte el cabello y rozarte tus labios resecos.
Si te acuerdas de mi,
vuelve y si te pierdes en el camino,
no le preguntes a la margarita por mi.
Ella siempre miente,
solo cuando dice que si, dice la verdad.
Éramos solamente un triste rumor,
una canción de jazz a punto de morir
en tu viejo y oxidado saxofón.
Fuimos todo lo que fue
y nunca pudo ser.
Dos aves nocturnas heridas
sin nada que ganar y todo perdido.
¿Qué pierdes cuando ya no tienes nada?
Pues eso, nada. Lo mismo que somos tú y yo.
La luna cayó sobre su almohada
mientras con los dientes partía el amanecer
y en las sábanas dejaba
el último rastro de nuestro amor.
Deshojó las margaritas esperando
que siempre le dijeran que no.
Dejó de ser ella misma para alejarme de mi,
cuando la necedad de mi silencio se aferraba a ella.
Llenó de lluvia cada una de mis primaveras
y de nieve mis más cálidos veranos.
Siempre le restó importancia a lo elemental,
el aroma de una rosa,
un atardecer de noviembre,
o una sonrisa en cara ajena.
Lo dejo todo aquí, la dejo aquí,
me voy a buscarme.
¿Te imaginas amor
un cielo azul en pleno invierno,
una playa sin olas rotas,
cincuenta años juntos
y un millón de besos por dar?
¿Te imaginas amor
que somos felices,
que no todo está perdido,
que la vida es vida
y podemos respirar?
Así como cuando te explicaba
la vida con poemas
y los segundos
no nos ahogaban.
¿Te imaginas a ti siendo feliz?
¿Me imaginas a mi?
Siendo feliz o como sea…
Yo no.
Cuando me escuchas con atención,
me quedo sin palabras.
Cuando pienso en ti,
me olvido del mundo
y las guerras firman la paz.
Cuando desafío al tiempo,
en tu mirada se detiene mi reloj.
Cuando en tus labios toco el cielo,
me olvido del infierno que es la vida sin ti.
En esos momentos y todos los demás,
suelo asociar tu nombre
con la definición de eternidad.
Para Kathy,
Agradeciendo a Enrique Morente
Tú que eres viento
y te vistes de cielo de verano cada mañana,
eres el día después de mis tormentas.
En tu sonrisa descubro una nueva esperanza
y en tu mirada resplandece el día.
Cuento cada noche las estrellas
que llevas en la espalda,
estrellas brillantes en forma de pecas,
constelaciones eternas en tu piel.
Llevas piel de tormenta,
piel de huracán,
el mar en la piel,
esa piel que es mi paraíso.
Tantas promesas que tu piel perdona,
tu espalda eterna
que se parte justamente en mi cielo
donde habita el fuego.
Cuento cada noche los motivos
que me atrajeron a ti,
nunca termino la lista
y siempre acabo en el cielo.
No tengo porque contarte
los motivos por los que me gustas,
tú los adivinas cada noche.
Siempre termino perdiéndome en ti,
en tu alma, en tu mente,
y nos dibujo en tu piel.
Abres la puerta al llegar
y los escalones se emocionan
por sentir tus delicados pasos
hacia mi habitación.
Toco con los labios
el rojo herido del cielo
en los atardeceres de noviembre
cuando decides aparecer.
Adivino con la mirada
el mayor de tus miedos
cuando tus ojos verdes
me atraviesan con sus rayos de luz.
Acaricio tus parpados
antes de que amanezca
y después descubrirte
mujer.
Desnuda.
Completa.
Hermosa.
He decidido vencer las sombras,
olvidar los años de invierno,
contar los segundos mientras llegas,
y cuando llegas, enamorarme un poco más.
Lleno los días del calendario
con la ilusión de volverte a ver…
Fecha: Trece de mayo.
Día: Sábado.
Hora: No lo sé, es de madrugada.
En silencio, realizo un inventario
y la luz temprana asalta la habitación.
Recuento los daños y artículos que quedaron,
entre ellos resaltan:
tu puñal, mi espalda,
un tercio del corazón,
un mar de lágrimas por derramar,
y una colección de segundos que se rehusan a pasar.
Los buitres rodean mi ventana,
quieren entrar pero todavía no es hora.
Pierdo la cabeza buscando tu mirada
mientras sigo apuntando con delicadeza
pero sinceramente, he perdido el interés.
Ignoro lo demás,
sos un sentimiento tatuado,
somos una historia pasada.
La verdad es que, ¡es una putada vivir sin ti!
Es cierto.
Te dejé ir,
ahora llevo la condena en los ojos,
no te dejo de ver.
No te confundas,
podrás pensar que te has ido
pero sigues aquí,
aunque solo te vea cuando cierro los ojos
y a veces, de noche, también en las estrellas.
Hay un espejo en el que ya no me reflejo,
pero me enfrento con el,
con la mirada llena de rencor
intentando encontrarme
pero no hay luces que me busquen,
solo sombras de las rosas
que un día te di.
Pero no te confundas,
en el espejo no hay tristeza,
solo reflejos heridos
de lo que un día intentamos ser.
El espejo me observa
y yo me pierdo.
El espejo me observa
y no te encuentro.
Las tumbas de nuestra historia
están rodeadas de flores marchitas
y el viento que sabe a olvido decoran el espejo.
¿Ya sabes como?
La vida, la claridad de los amaneceres,
el amor, los besos, la pasión,
las discusiones y el frío en una cama,
tantas cosas que nos borraron del reflejo.
No somos nada,
nunca lo fuimos.
Probablemente yo tampoco lo soy
desde que ya no estoy contigo.
El espejo vacío lo confirma.
Hace mucho no funciono,
ya lo sé,
no me lo tienes que decir…
Te escribo y mis palabras no te leen.
Mis ojos hace tiempo no te besan,
mis labios no te escuchan
y mis oídos no te sienten
porque te echo de menos…
Estoy roto, completamente roto.
¿y quieres saber lo peor?
que sos la dueña de todos los pedazos.
He aprendido a tocar el aire
con las yemas de los dedos,
sentir como se detiene el tiempo
en el fondo de mis ojos rojos.
He aprendido a llorar
sin derramar una sola lágrima.
También de vez en cuando,
gritar en silencio con la garganta quemada de la emoción.
He aprendido a secar la lluvia cuando hablo de ti,
con el calor que invade la ciudad cuando menciono tu nombre.
Te llamo a gritos y escribo tu nombre en mayúsculas,
siempre te llamo en negritas, cursiva y subrayada
porque así eres tú,
todo lo que merece la pena resaltar.
El mar me observó y detuve mis pasos,
te sostuve en mis manos quemadas de tristeza
entre mis dedos se escapaban las últimas cenizas.
Rápidamente te perdía o quizás ya te había perdido.
El viento se apresuraba hacia mis ojos
pero tú, entre mis manos y la arena te habías perdido.
El mar me observaba mientras la luna lloraba
y yo, como siempre sin ti, también.
Fuimos una historia solamente,
es cierto, solo una,
pero fuimos la historia de mi vida.
Te regalo abril por si algún día me olvidas,
por si los atardeceres rojos de marzo no te bastan,
y la luna con su llegada no te abraza
como quien abraza la ternura de un amor de madrugada.
Te regalo una noche llena de estrellas,
el catorce de abril y un aniversario fallido
por si decides retomarnos y hacer de cuentas que seguimos.
Te regalo un cenicero vacío
por si las cenizas de nuestra historia
las quieres desechar
y el viento las quiere guardar.
Te regalo Viena o Venecia
y la Torre Eiffel con una moña
te regalo cualquier ciudad
por si algún día la quieras compartir conmigo.
Te regalo un amor eterno,
aunque ya no estés conmigo,
te guardo en la memoria
y siempre, en el corazón.
Junio es un mes solitario,
vuela bajo y callado,
sus alas están manchadas de miedo
y sus lunas cubiertas de cianuro.
Sus días llegan lentamente
como quien agonizando espera morir.
Sus lunes me saben a ginebra,
algunos domingos duermo todo el día
y los viernes me olvido de ti.
No entiende de amor ni alegrías.
No vaya a ser que por ti,
al octavo día se rompa y llegue julio.
Las tempranas tardes después de almorzar
tu mirada de duda llenaba el tiempo
de fuertes vientos y oscuras verdades.
El pronostico del clima: vendría una tormenta.
Juramos que llegaríamos a mayo tomados de la mano
y siempre vi la luz al final del túnel,
pero tú nunca estabas en ella.
¿Qué quieres que te diga?
Yo no sé nada ahora mismo,
no entiendo de despedidas.
Yo no siento nada que tenga alguna explicación,
así como ninguna historia de amor la tiene.
Te dejo mis palabras
y me llevo mis heridas.
Te dejo tu tiempo, la suerte, el cariño de una vida
y llevo para siempre, tu recuerdo.
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Te dibujo con la mirada triste y nostálgica
en cada espacio que se cruza en el aire.
No se borra tu sonrisa inocente y nerviosa
como la del primer día en que te vi.
Durante años
he lavado las olas del mar
con mis lágrimas.
He partido los rayos de sol
con la oscuridad de tu recuerdo.
Te creo y te invento a mi lado,
pero te mantienes ausente,
siempre fuiste tan fugaz,
y aunque a veces me miras
aún cuando no estas.
La felicidad se ha quedado afuera,
caminando sobre las dudas del tiempo.
La única puerta está cerrada
sin planes de volver a abrirse.
Algunas puertas, deben cerrarse por siempre.
El espejo donde se guarda tu recuerdo,
se ha quebrado cuando la tristeza
amenazo con tomar de nuevo la casa.
Quiero volver a salir,
pero hoy no me conviene ser dueño del aire
que invade una ciudad ahora moribunda.
Algún día puede ser, pero no hoy.
Llega la noche, ya es febrero,
yo sigo con miedo.
Las horas han avanzado,
pero no como deberían.
Desde entonces, los minutos duran más,
y algunos días, tardan meses en pasar.
¿Qué te puedo decir?
Tu sombra sigue en mi mente,
desgastada por el invierno.
Hay razones inexplicables,
llenas de miedo y de suspenso,
no sé si eres tú o soy yo
el que no nos deja ir.
Le temo a la noche,
porque tú, siempre apareces.
Le temo a la noche,
porque tú, me mantienes despierto.
Cuando la luna se apague,
y llegue febrero,
mi reloj se detendrá,
el silencio se apodará del viento.
Desde ese día no volveré a ver tu sonrisa,
ni mi llanto, ni el fuego apagado del olvido,
ni el jugo de una fruta podrida.
Olvidaré las lágrimas de enero,
y todas tus mentiras.
Olvidaré los feriados juntos
y todas sus canciones.
¿Quieres saber la verdad?
Cuando se apague la luna
y llegue febrero,
yo, te recordaré como todos los meses.
El jarrón azul roto en la alfombra de la habitación,
los rayos de sol que con timidez atravesaban tu mirada,
la fotografía volteada en el marco de la mesa,
el sonido vacío de tu voz diciéndome adiós,
el huracán de mis ojos y la mirada nublada.
Tantos años que se han ido,
y los pocos que vendrán.
La juventud perdida en una ilusión,
resumida en una fatídica despedida.
Los regalos de un aniversario nunca cumplido,
la historia de un amor eterno que poco duró.
Ya se ha cumplido un año,
he tenido algunos altibajos,
pero más que todo, bajos.
He podido contemplar las estrellas,
pero no como esa noche,
no he vuelto a besarlas
en el fondo profundo de tus ojos.
Una sonata triste me acompaña,
es la banda sonora de nuestro adiós.
San Valentín ha llegado otro catorce,
pero esta vez en silla de ruedas
y febrero no me sabe a nada más que a ti.
Ya se ha cumplido un año,
y sigo sin poder sonreír…
La cama me grita que no estás,
la almohada susurrándome al oído que te has ido,
y una capa de polvo me cubre el corazón.
Las canciones son putas,
todas hablan de ti o de mi,
el es aire cruel e insoportable.
Los minutos se detienen sin ti
mientras mi corazón deja de latir.
No me preocupo,
sé que eventualmente podré dormir…
Me iré,
bajo la luna quemada de enero,
con la resaca decembrina en los hombros.
Si la vida es buena y bondadosa,
tomaré ruta al sur,
olvidando los faroles de la avenida
que iluminaban con timidez la puerta de tu casa.
Dejaré atrás el impulso de observar
las fotografías tuyas de sociedad
que ensucian los diarios de la ciudad.
Me iré,
olvidando un amor eterno,
olvidando tu risa mañanera.
Al sur, tan lejos como pueda,
allá, donde no me sigas,
allá, donde ya no estes.
Este corazón
que un día fue hermoso,
permanece quieto,
herido, dormido.
Repleto de las esquirlas
del olvido y de un viejo desamor.
Serpiente herida.
Corazón de molusco.
Inexistente,
inconsistente.
Este corazón,
sin prisa por revivir,
sin esperanza de llenar
el vacío que dejan los años.
Anciano inútil en un asilo
olvidado por el tiempo.
A veces gira pero nunca salta,
solo se arrastra buscando la luz.
Hola!
En los últimos meses he estado muy poco activo en este blog, espero volver pronto con todas las fuerzas. La poesía por momentos me huye y se esconde. Espero vuelva en este 2017.
Les deseo todo lo mejor y espero estar leyendo sus blogs más seguido también.
También les cuento que este año tendremos entre nosotros mi primer libro publicado. Ya les iré contando más sobre esto…
¡Feliz 2017!
El viento sufre.
Se enfurece por las noches,
causa estragos y levanta los tejados.
A la mañana siguiente una tensa y extraña calma
invade las ciudades donde no estás.
Porque yo, de noche,
siempre te extraño un poco más.
Una habitación.
Oscura, callada,
donde se pelean guerras,
habitan demonios,
y el odio no hace más
que violar constantemente a la felicidad.
De pronto, un rayo de luz
cuando me miras,
borra la incertidumbre y el miedo
de esa habitación oscura que es mi alma.
Cuando la lluvia apague el último cigarrillo,
cuando mi corazón se hunda en tus manos,
cuando llegue el feriado para quedarnos en casa,
el diario no hablará de nosotros dos,
ni la gente nos sabrá hablar del tiempo o el amor.
Cuando el mundo se detenga,
si tú saltas, yo saltaré contigo.
La ciudad.
Oscura. Vacía.
Con sus calles cubiertas de silencio
que esperan inquietas la luz del alba.
Ya que cada noche vuelven los perros
y al amanecer sus ladridos.
La ciudad y el olvido.
Temerosos y fríos.
Lloramos más de lo que una vez sonreímos.
El tiempo es cruel y enojado,
pero de noche,
es feliz con el sexo de los amantes
que corren peligro de ser descubiertos.
La ciudad de noche,
es como tú, silenciosa esperando ser eterna.
Desde el fondo profundo de tus ojos,
yo observo la neblina que cubre la ciudad
en una mañana de domingo en calma.
Las hojas caídas de un bosque sin descubrir
donde se perdieron todas dudas.
Las preguntas que me haces cuando callas
y las dejas escritas en el espejo.
Desde el fondo profundo de tus ojos,
yo te observo, yo te siento,
cada latido, cada lagrima que me toca.
Las láminas de casas que el viento levanta.
El olvido que corre con las horas.
El amor perdido en la banqueta
donde cada mañana esperas el autobús.
¿Qué será de mi cuando ya no tenga tus pupilas
para ver el mundo desde tu perspectiva?
Las nubes con un insaciable capricho
se tiñen de negro,
cuando el solitario viaja
escapando de un desamor…
Recuerdo su piel blanca,
su pelo largo castaño
y como caía tímidamente sobre su sonrisa.
Sus abrazos como abrigos en una mañana fría,
el largo y cansado camino hacia su casa
que me llenaba de ilusión.
Le gustaba reir, cocinar,
las películas, hablar de astrología y los libros.
Le gustaba yo, como amigo,
como pareja, como refugio de un mundo cruel.
La recuerdo como mi salvación de un tiempo detenido.
Le temo a la continuidad de la vida
sin su presencia, caminar en otros cielos,
escuchar su música sin ella a mi lado.
Es extraño pensar que ya no esta,
imposible intentar comprender la vida sin ella,
el vacío en mis oídos por la ausencia de su voz.
Ahora que ya no está,
que la vida ha tomado su lado cruel,
solamente la puedo querer en la oscuridad.
Con la mirada herida,
la tristeza del mundo en los hombros,
la voz quebrada y llena de espinas,
apagué la luz del mundo cuando te dije adiós.
Imaginé cientos de noches junto a ti,
acostados en la grama,
tomando vino,
observando las estrellas
como en las películas.
Consumiendo el tiempo,
siendo felices como nunca fuimos,
compartiendo visiones de vida.
Imaginé cientos de noches junto a ti,
y aunque sé que nunca vendrán,
me quedo con ellas…
Todos los trenes del pasado ya se han ido,
las estaciones de paso quedan sucias
con la estela que deja el olvido.
El ayer no fue un día,
si no una serie de años perdidos,
la vida borra con capricho la esperanza de un mañana.
Todos los días le pregunto al viento
sobre el amor y la felicidad,
me responde con descaro
que no sea ingenuo,
que para eso están los libros.
Busco palabras de amor,
que te adornen el oído,
que te arranquen el corazón,
que detengan la lluvia antes de caer,
que sean melodías para tu amanecer.
Busco palabras de amor,
que te aten a mi para siempre,
que te aseguren la eternidad,
que sean versos perfectos,
y te llenen de seguridad,
Busco palabras de amor,
que tú jamás esperes
y que como un rayo de sorprendan.
Busco palabras de amor,
para darte la noche perfecta,
para detener el tiempo en nuestra mirada.
Busco palabras de amor,
para que inventen el sol en la oscuridad,
que te salven de un abismo sentimental,
que te borren las heridas del pasado.
Busco palabras de amor
que nos den para siempre estabilidad,
que nos llenen de excesos compartidos,
que te aclaren los días,
que te hagan mía por siempre…
Mis palabras con espinas,
tu silencio sin esquinas,
tus instintos como cangrejos,
ni tú me escuchas,
ni yo me muero…
…y en ese preciso instante
yo permanecía callado e ilusionado,
esperándola como si ella fuera luz,
cuando en realidad era solo oscuridad.
Detrás de tus labios rojos,
se extienden tímidamente los restos de una sonrisa.
Observo los coches por la autopista,
guardo silencio y te sujeto desesperadamente.
Tú ya te has ido.
Somos los restos de una despedida
de la que todavía no se recuperan mis heridas.
Noviembre es un arma letal.
La soledad es un mar sin playa,
una historia sin fin.
El sol, un farol roto de esquina.
La felicidad, otra ilusión perdida.
Entre tú y yo, queda el aliento
de un amor desgastado e inexistente.
Me quedaré solo y moribundo,
en tu corazón, que es mi patria.
Otro invierno se va,
y con el veinte años y mil trenes perdidos.
Las cartas de amor que nunca me escribiste,
siempre las leí en tu mirada.
Otro invierno se va,
aún cuando el cielo gris empapa la ciudad
y todo sigue igual de frío.
Otro invierno se va,
pero permanece su sombra perdida.
Otro invierno más,
y el amor sigue en huelga de hambre.
El sol se ha escondido eternamente.
Las gotas de lluvia se rompen de forma voluntaria,
llenas de arrepentimiento al igual que mi corazón.
No importa, te conservo como un tesoro en mi memoria.
Dejaré la luna desolada y marchita
en la grama amarillenta y solitaria del campo.
Dejaré los reflejos de aquel lago de la infancia
en el que una tarde por primera vez nos besamos.
No volveré a apreciar cientos de instantes felices
que desde hoy dejo tachados sobre la mesa.
Dejaré todo, ya no me importa nada,
conservo tu nombre en mis recuerdos.
He dejado de ser yo,
solamente soy los fragmentos que dejaste con tu adiós.
Dejaré la alegría y el amor,
aprenderé a recordarte a la distancia.
Ahora que ya no estas,
conservaré con mi aliento tu recuerdo.
Ella derrama dos lágrimas…
En una, lleva un adiós escrito
con sangre y tinta china.
Y en la otra, yo, revoloteando,
intentando escapar de otra despedida.
Desangrando la certeza de no volverla a ver.
Cuando el cielo se abría,
cuando el oxigeno se me iba,
y nuestros corazones luchaban por latir,
tú eras mi destino.
La luna tenía historias que contar,
cuando tu banda tocaba la música de mi derrota.
Tú que fuiste todo mi camino…
El caos de nuestros apellidos en papel,
y tus labios llenos de desprecio al amanecer.
Otra historia de amor protocolario,
de iglesias de domingo,
fiestas solitarias en habitaciones de hotel,
y peleas en el juzgado.
Tú que fuiste todo mi camino…
Desde ilusión del primer paso,
hasta el abismo de mi fracaso.
La habitación llena de miradas perdidas,
tú y yo con las manos vacías,
somos cómplices de ciudades,
aeropuertos y corazones rotos.
Buscamos esperanzas perdidas,
para llamarle amor a la forma en la que nos hacemos daño.
Me preguntas, envuelta en el miedo de la soledad,
si algún día conoceremos la felicidad.
Bajo la mirada y guardo silencio
mientras prende fuego el pasillo de afuera.
Te digo entre lágrimas,
que prometimos no dejarnos,
pero tú ya sales envuelta en llamas…
La luna mañana saldrá con miedo
mientras el invierno huye por la acera.
Mañana, el café de hoy por la mañana
estará frío y quedará en el olvido.
Saldré a caminar discutiendo
con cada gota de lluvia que escapa de tus manos.
Encenderé un cigarro mientras camino
abandonando en el asfalto nuestros sueños.
Solo las aceras y los indigentes
escucharán mi voz hablando sobre tu ausencia.
Entre tu ombligo y tu boca,
adentro de tu frío corazón,
a menos de tres abrazos de distancia.
Con la mirada en la derrota
de dos besos suspendidos
y los demonios de tu cama.
Dejamos las palabras para otra ocasión,
voy a soltarme y dejarnos caer.
Borraremos con humo la verdad:
cuando se trata de nosotros dos,
nacimos para perder…
Perdí en una noche eterna
el derecho de poder volver a besar
esos ojos color primavera.
Busqué la sombra
bajo el largo de su cabello,
cuando huyó con miedo de mi presencia.
No me regaló ni un adiós
cuando quedé viudo de sus besos.
Imaginé dos abrazos,
convirtiéndolos en el punto final de esta historia.
Cuando se asome el sol
por la ventanilla del último tren,
el día habrá nacido con un brillo desgastado,
en un país difícil, lleno de miedos.
Nosotros, con la esperanza en las manos,
seguiremos aquí, con una visión de fuego,
y palabras como armas que disparan sueños.
Cuando el tren de septiembre
apresure su paso y te aleje de mi.
¡Detenlo, salta y vuelve!
Que yo te espero desde enero..
Guatemala, septiembre, dos mil dieciséis.
El cielo se muestra pesado,
gris, desanimado y notablemente cansado.
El destino se burla de nosotros,
diciembre se acerca y no estamos juntos.
Cada ciudadano,
cada alma tan parecida a la mía,
ignora su profunda soledad,
al igual que conoce la culpa que lleva.
Siempre queremos cambiar el ritmo de los latidos,
pero estamos solos y ningún amor es eterno.
Algunas como tú,
todavía, llenas de osadía,
sonríen con la misma inocencia de un niño,
mientras la ciudad y sus problemas se quedan con la vida.
Que su alma sea mi destino,
su mirada, mi camino.
Que mi pasaje de ida,
sin escalas, ni regreso,
sea su boca sujetada de la mía.
Que para ingresar a su corazón,
ella no me solicite visa.
Que sea yo, hasta el último día,
el único visitante de su cuerpo.