El sol se ha escondido eternamente.
Las gotas de lluvia se rompen de forma voluntaria,
llenas de arrepentimiento al igual que mi corazón.
No importa, te conservo como un tesoro en mi memoria.
Dejaré la luna desolada y marchita
en la grama amarillenta y solitaria del campo.
Dejaré los reflejos de aquel lago de la infancia
en el que una tarde por primera vez nos besamos.
No volveré a apreciar cientos de instantes felices
que desde hoy dejo tachados sobre la mesa.
Dejaré todo, ya no me importa nada,
conservo tu nombre en mis recuerdos.
He dejado de ser yo,
solamente soy los fragmentos que dejaste con tu adiós.
Dejaré la alegría y el amor,
aprenderé a recordarte a la distancia.
Ahora que ya no estas,
conservaré con mi aliento tu recuerdo.