He aprendido a tocar el aire
con las yemas de los dedos,
sentir como se detiene el tiempo
en el fondo de mis ojos rojos.
He aprendido a llorar
sin derramar una sola lágrima.
También de vez en cuando,
gritar en silencio con la garganta quemada de la emoción.
He aprendido a secar la lluvia cuando hablo de ti,
con el calor que invade la ciudad cuando menciono tu nombre.
Te llamo a gritos y escribo tu nombre en mayúsculas,
siempre te llamo en negritas, cursiva y subrayada
porque así eres tú,
todo lo que merece la pena resaltar.